Evangelio según Marcos 2, 18 – 22

Segundo lunes del tiempo ordinario

 

Un día en que los discípulos de Juan y los fariseos ayunaban, fueron a decirle a Jesús: “¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacen los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos?” Jesús les respondió: “¿Acaso los amigos del esposo pueden ayunar cuando el esposo está con ellos? Es natural que no ayunen, mientras tienen consigo al esposo. Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán. Nadie usa un pedazo de género nuevo para remendar un vestido viejo, porque el pedazo añadido tira del vestido viejo y la rotura se hace más grande. Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque hará reventar los odres, y ya no servirán más ni el vino ni los odres. ¡A vino nuevo, odres nuevos!”

 

Meditación de Francisco Bravo Collado

 

“… y entonces ayunarán”

 

Pareciera que Jesús me dice: “Ya pasó el momento en que el esposo está con ustedes. Por lo tanto: ¡ayunar!¡Practicar la templanza! ¡agere contra! No hay ninguna excusa para que te tomes tu autoformación a la ligera. Es importante. ¡Es central! Bajo la protección de María, fórmate como una persona recia, libre y apostólica. Este es el imperativo del cual quiero que seas consciente, y no lo es meramente por el momento histórico en el que estás viviendo, sino que, en el caso tuyo, por tu historia personal. Hoy. Así que te invito a que te aprietes el cinturón y te tomes tu horario espiritual con seriedad y no le tengas miedo a ofrecer sacrificios heroicos”.

 

Me siento tremendamente interpelado. Siento vergüenza porque me he engañado a mí mismo durante mucho tiempo del ayuno y de la práctica ascética, diciéndome que podía ser vacía de sentido o poner el foco en lugares equivocados. Eso ha sido una excusa. Hoy mi libertad es frágil. Mi reciedumbre no es más que un amague para que los que me rodean me admiren; una máscara, un cascarón frágil. Jesús me llama a ser ‘de verdad’. Me llama a conquistar mi libertad. Entiendo a los apóstoles, que no vivían para el sábado. Pero hoy, en esta etapa de mi vida: cumplir con heroísmo.

 

Jesús, amigo y maestro, ¡gracias porque una y otra vez me invitas a lo más grande! Hoy quiero ofrecerte mi reciedumbre y mi capital de gracias para conquistar mi libertad. Perdón porque una y otra vez me dejo llevar por mis pasiones más básicas, y casi todos los días como sin medida ni tino, sin siquiera disfrutarlo, hasta quedar completamente superado por haber comido tanto. Regálame templanza. Enséñame a ser un hombre recio y generoso. Muéstrate a mí en la frugalidad y en lo prosaico. Te ofrezco mi ayuno alegre durante todo este lunes. Enséñame, en el ayuno, a saborear aquello que no soy capaz de percibir.  AMÉN