Evangelio según san Lucas 6, 6-11
Vigesimotercer lunes del tiempo ordinario
Un sábado, Jesús entró en la sinagoga y comenzó a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada. Los escribas y los fariseos observaban atentamente a Jesús para ver si sanaba en sábado, porque querían encontrar algo de qué acusarlo. Pero Jesús, conociendo sus intenciones, dijo al hombre que tenía la mano paralizada: “Levántate y quédate de pie delante de todos”. Él se levantó y permaneció de pie. Luego les dijo: “Yo les pregunto: ¿Está permitido en sábado, hacer el bien o el mal, salvar una vida o perderla?” Y dirigiendo una mirada a todos, dijo al hombre: “Extiende tu mano”. Él la extendió y su mano quedó sana. Pero ellos se enfurecieron, y deliberaban entre sí para ver qué podían hacer contra Jesús.
Meditación de Francisco Bravo Collado
… porque querían encontrar algo de qué acusarlo.
Es como si Jesús me dijera: “A veces, tú también vas buscando algo con que acusarme. Tus ganas de destacar y de ver las cosas de formas novedosas hacen que pierdas el foco. Empiezas a parecerte a estos fariseos: te escudas en cualquier cosa para retorcer algo que es sencillo, tal como los fariseos se escudaban en la ley. Hoy quiero invitarte a que descubras una nueva forma de vivir tu fe: como un niño. Reconociendo que tu capacidad, tu inteligencia, tu visión pueden tener perspectivas interesantes, pero limitadas. Y que tu corazón y tu filialidad no tienen techo, porque están ancladas en Dios”.
No es extraño que gente cercana (familiares, amigos y colegas) me acuse de ser un “Contreras”, de llevar la contraria, de andar buscando permanentemente una forma para disentir. Intento pensar con independencia y con claridad, pero también debo reconocer que tienen razón: me atrae la polémica. Este texto me hace pensar en aquellas ocasiones en las que me dejo llevar por esta atracción y pierdo el foco. En vez de buscar el amor y la caridad; en vez de escuchar con filialidad la Palabra de Dios, el magisterio de la Iglesia, la opinión de mis hermanos; en vez de sacar mi voz para unir… me dedico a buscar posturas interesantes.
Jesús, perdón por haber querido aparecer como inteligente, distinto, original o independiente. Límpiame de esta pose que no me ayuda a acercarme a ti ni a mis hermanos. Enséñame a disentir con caridad cuando realmente crea que deba hacerlo. Dame tacto y calidez para plantear las cosas tal como las veo. Enséñame a conducir sin herir, a disentir sin rechazar, a analizar sin desmembrar, a presionar sin aplastar. Condúceme Tú a mí. Regálame todo lo que me una a Ti, y que así, pueda ser cada vez más hijo de tu Padre. AMÉN