Evangelio según Lucas 15, 1-10

Trigesimoprimer jueves del tiempo ordinario

 

Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo, pero los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: “Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos”. Jesús les dijo entonces esta parábola: “Si alguien tiene cien ovejas y pierde una, ¿no deja acaso las noventa y nueve en el campo y va a buscar la que se había perdido, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría, y al llegar a su casa llama a sus amigos y vecinos, y les dice: «Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido». Les aseguro que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse”. Y les dijo también: “Si una mujer tiene diez dracmas y pierde una, ¿no enciende acaso la lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, llama a sus amigas y vecinas, y les dice: «Alégrense conmigo, porque encontré la dracma que se me había perdido». Les aseguro que, de la misma manera, se alegran los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierte”.

 

Meditación de Sebastián Castaño Fueyo

 

Les aseguro que, de la misma manera, se alegran los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierte”

 

Jesús parece decirnos: crean y acepten la misericordia y el amor incondicional, que mi Padre tiene por cada uno de ustedes. Vine al mundo para mostrarles un camino de salvación y esperanza a todos los que estén perdidos y agobiados. Todos, sin excepción, son amados por mi Padre y están llamados a convertirse y a creer en el Evangelio. No juzguen a otros, ni murmuren frente a mi Padre. Sean humildes en la fe y ayúdenme a convertir a más corazones. Pidan a Dios grandes cosas porque Él se alegra cuando los encuentra sedientos de su amor.

 

Jesús nos muestra el gran amor que tiene Dios por todos nosotros y que su voluntad y alegría es que todos, sin excepción, vayamos a su encuentro. Jesús nos quiere cerca de Él, que seamos hijos cercanos. Él estará siempre atento a buscarme cuando me pierdo de su camino. Yo tengo que aceptar mi debilidad y reconocer mi pecado, no como los fariseos, para luego poder aceptar el perdón y la misericordia de Dios. Así mismo, a través de mis acciones, estoy llamado a ser motivo de conversión para otros.

 

Querido Jesús, Tú eres el Buen Pastor que sale a nuestro encuentro cada día. Gracias por tu fidelidad y misericordia infinitas. Tú conoces Señor nuestras virtudes y debilidades, danos la gracia de vivir para amar sin medida, siguiendo tu ejemplo y buscando compartir los regalos que hemos recibido de Dios a lo largo de la vida. Danos como Iglesia la gracia de saber salir al encuentro del otro, sin encerrarnos frente al mundo. AMÉN