Evangelio según San Marcos 12, 28b-34

Jueves de la novena semana del tiempo ordinario

 

En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: «¿Qué mandamiento es el primero de todos?». Respondió Jesús: «El primero es: “Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser”. El segundo es este: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No hay mandamiento mayor que estos». El escriba replicó: «Muy bien, Maestro, sin duda tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios». Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: «No estás lejos del reino de Dios». Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

 

Meditación de Sebastián Castaño Fueyo.

“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”

 

Jesús parece decirme: El amor al prójimo es central y esencial en la vida de los cristianos que creen en Mí. Que el amor sea tu guía en todo lo que haces. Para conocer y experimentar verdaderamente mi amor, debes también amar a otros. Anda y esfuérzate por salir al encuentro verdadero de quienes yo pongo a tu lado, ten confianza, yo te acompañaré en todo momento; irás experimentado mi amor en ellos, y ellos sentirán mi amor a través tuyo. El amor lo es todo; sin amor, hasta los más grandes sacrificios y obras de nada valen.

 

Ciertamente parece más fácil quedarse estático, sin salir de esa zona de comodidad que atrapa y en la que nos acomodamos. Sin embargo, a la luz de lo que este Evangelio me dice, la inacción me deja vacío y no ayuda a experimentar el amor de Jesús a través de quienes Él pone a nuestro lado. El llamado de Jesús es a buscar la forma de amar y compartir generosamente, que sea acorde a mis talentos, pero asumiendo que supone una entrega y acción concreta.

 

Querido Jesús, Tú eres el máximo ejemplo de cómo hay que amar y entregarse por el otro.  Enséñame a amar más como Tú lo harías. No permitas que mis ojos no vean, ni mis oídos no escuchen, ni mi boca no hable, lo Tú esperas de mí y también lo que otros esperan de mí. Dame Jesús, audacia y sabiduría en mis palabras para poder encontrar las formas de vincularme más con mi prójimo y así poder encontrarte en ellos. No permitas Señor que me aparte de tu amor y de tu presencia. AMÉN.