Evangelio según san Juan capítulo 17, 20-26
Jueves de la séptima semana de Pascua
San Bonifacio, obispo y mártir
En aquel tiempo, Jesús levantó los ojos al cielo y dijo: «Padre, no solo te pido por mis discípulos, sino también por los que van a creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí y yo en ti somos uno, a fin de que sean uno en nosotros y el mundo crea que tú me has enviado. Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno. Yo en ellos y tú en mí para que su unidad sea perfecta y así el mundo conozca que tú me has enviado y que los amas, como me amas a mí. Padre, quiero que donde esté yo, estén también conmigo los que me has dado, para que contemplen mi gloria, la que me diste, porque me has amado desde antes de la creación del mundo. Padre justo, el mundo no te ha conocido; pero yo sí te conozco y estos han conocido que tú me enviaste. Yo les he dado a conocer tu nombre y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que me amas esté en ellos y yo también en ellos.»
Meditación de Sebastián Castaño Fueyo
“Yo en ellos y tú en mí para que su unidad sea perfecta y así el mundo conozca que tú me has enviado y que los amas, como me amas a mí.”
Jesús parece decirme: te he dado a conocer al Padre, para que recibas de Él, el mismo amor que yo recibí. Quiero que ese amor permanezca en ti y lo puedas compartir siempre con quienes te rodean. Que la luz de la Palabra la puedas reflejar en tu actuar frente a los demás y así des testimonio del Dios del amor. Dios Padre te conoce tal como eres, debes reconocerte frágil, pero no permitas que tus caídas te alejen de su amor. Con humildad acepta su misericordia infinita y busca estar unido a Él. Recuerda siempre que Yo estaré rogando y rezando por ti.
Jesús reza y ruega por cada uno de nosotros, ante Dios Padre, para que estemos unidos en su amor y en comunión con Él. Pienso que este Evangelio me lleva a reconocer que Cristo me pide amor y unidad, para que otros también crean en Él y en su amor incondicional. No se trata solo de ser buenos y solidarios, sino que Jesús me invita amar desde su corazón, unidos por el Espíritu Santo, respetando las diferencias que todos tenemos. No significa que todos pensemos igual; Jesús quiere que seamos uno con Él y también seamos uno como Iglesia.
Querido Señor Jesús, gracias por tu amor infinito y por rezar por cada uno de nosotros. Ayúdame a buscar dócilmente que el Espíritu Santo habite en mi corazón, con su gracia, quisiera amar a otros como Tú nos enseñaste. No dejes Señor que caiga en prejuicios o en resaltar las diferencias naturales que todos tenemos, porque solo llevan a la división. Te pido Señor por el Papa León, por la unidad de la Iglesia, y por la paz de las comunidades cristianas en todo el mundo. AMÉN