Día nacional de las iglesias evangélicas y protestantes
Evangelio según Lucas 13, 31-35
Trigésimo jueves del tiempo ordinario
En ese momento se acercaron algunos fariseos que le dijeron: «Aléjate de aquí, porque Herodes quiere matarte.» Él les respondió: «Vayan a decir a ese zorro: hoy y mañana expulso a los demonios y realizo curaciones, y al tercer día habré terminado. Pero debo seguir mi camino hoy, mañana y pasado, porque no puede ser que un profeta muera fuera de Jerusalén. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como la gallina reúne bajo sus alas a los pollitos, y tú no quisiste! Por eso, a ustedes la casa les quedará vacía. Les aseguro que ya no me verán más, hasta que llegue el día en que digan: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!».
Meditación de Francisco Bravo Collado
“¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como la gallina reúne bajo sus alas a los pollitos!”
Siento que Jesús me dice: “Hoy necesito profetas silenciosos. Que den testimonio heroico en su familia y su trabajo. Pero no olviden que misión de profeta trae suerte de profeta. Y les pido que no caigan en la tentación de desesperar: alegrarse más bien. No hay mal que oscurezca la luz del Evangelio, mi buena noticia de amor hacia ustedes. Entonces: ¡avanzar sin miedo y poner el pecho cuanto sea necesario! Mi mensaje puede ser duro, porque es abrirse a los demás y poner el amor y los vínculos al centro. Pero es un mensaje de alegría, lleno de poder y de profundidad.”
Me impresiona la dureza de Jesús. No solo desafía a Herodes y a los fariseos ¡sino que también desafía a Jerusalén! Me conmueve la imagen que usa: una gallina clueca. Pero, al mismo tiempo, me aterra esta ‘suerte de profeta’ que queda implícita. Pienso en su Cruz, y no quiero que la tome; pienso en la cruz del Padre Fundador, y no quiero que la tome; y, sobre todo, pienso en mi propia cruz, y veo cuanto quiero evitarla. Pero después de meditar, veo que la Cruz no es un castigo hueco, sino que la consecuencia de la Buena Nueva, de la buena noticia ¡de un mensaje de alegría! Siento que Jesús me llama a tomar esta Cruz que trae tanta bendición.
Jesús, te bendigo por tu Cruz, por afrontar tu suerte de profeta con ese espíritu de gallina clueca que ama a sus pollitos con una ternura inconmensurable. Tú eres mi amigo, mi hermano y mi compañero; pero también eres mi Salvador y mi Maestro. Enséñame a enfrentar mi propia Cruz sabiendo que no es un castigo cruento y sin sentido, sino que la conclusión de un amor profundo y maternal. Quiero agradecerte y pedirte por mi mamá, mi mujer y mi abuela, quienes cargan una cruz por su familia, y lo hacen sin miedo, con alegría, y llenas de amor, como verdaderos profetas cotidianos. AMÉN