Evangelio según San Marcos 10,46-52

Jueves de la octava semana del tiempo ordinario

 

En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, un mendigo ciego, Bartimeo (el hijo de Timeo), estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: «Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí». Muchos lo increpaban para que se callara. Pero él gritaba más: «Hijo de David, ten compasión de mí». Jesús se detuvo y dijo: «Llamadlo». Llamaron al ciego, diciéndole: «Ánimo, levántate, que te llama». Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo: «¿Qué quieres que te haga?». El ciego le contestó: «“Rabbuní”, que recobre la vista». Jesús le dijo: «Anda, tu fe te ha salvado». Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.

 

Meditación de Sebastián Castaño Fueyo

 

Muchos lo increpaban para que se callara. Pero él gritaba más: «Hijo de David, ten compasión de mí»

 

Jesús parece decirnos: procuren tener un alma atenta y dispuesta a dejarse transformar y sanar por el amor de Dios. Pero necesitan expresar su voluntad, con valentía, con esperanza, con la convicción de querer recibir el amor del Padre. Y que su anhelo sea verdadero y no se someta frente “al qué dirán”, que no sucumba ante los negadores de Cristo, y que no se apague ante sus propias ataduras terrenales. Para que vean libremente y así puedan vivir libres para seguir a Dios.

 

Sin duda cargo muchas debilidades personales, tal vez no tan evidentes como la ceguera de Bartimeo, pero que conforman mi cruz, y que a su vez me llevan a pedir a Jesús su ayuda para cargarlas y que me libre de ellas. En este Evangelio Jesús me recuerda que tengo la capacidad para acercarme a Él de la forma que más me identifique, y que lo haga con la fe, con entusiasmo y con la decisión de Bartimeo.

 

Querido Jesús, quisiera rezar con más fe y con la real esperanza de alcanzar grandes anhelos. No permitas que me olvide que Tú estás siempre atento y presente, y más que mirar mis debilidades y caídas, tu vez a un hermano al cual ofreces tu mano para levantarlo y guiarlo. Concédeme Señor la gracia de ser optimista y entusiasta para compartir tu amor con lo demás. Te pido Jesús por aquellos que sufren físicamente, los enfermos y también por los que no te conocen y están ciegos ante tu presencia. AMÉN.