Evangelio según Juan 5, 31-47
Jueves de la cuarta semana de cuaresma
Jesús dijo a los judíos: Si Yo diera testimonio de mí mismo, mi testimonio no valdría. Pero hay otro que da testimonio de mí, y Yo sé que ese testimonio es verdadero. Ustedes mismos mandaron preguntar a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad. No es que Yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para la salvación de ustedes. Juan era la lámpara que arde y resplandece, y ustedes han querido gozar un instante de su luz. Pero el testimonio que Yo tengo es mayor que el de Juan: son las obras que el Padre me encargó llevar a cabo. Estas obras que Yo realizo atestiguan que mi Padre me ha enviado. Y el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Ustedes nunca han escuchado su voz ni han visto su rostro, y su palabra no permanece en ustedes, porque no creen al que Él envió. Ustedes examinan las Escrituras, porque en ellas piensan encontrar Vida eterna: ellas dan testimonio de mí, y sin embargo, ustedes no quieren venir a mí para tener Vida. Mi gloria no viene de los hombres. Además, Yo los conozco: el amor de Dios no está en ustedes. He venido en nombre de mi Padre y ustedes no me reciben, pero si otro viene en su propio nombre, a ese sí lo van a recibir. ¿Cómo es posible que crean, ustedes que se glorifican unos a otros y no se preocupan por la gloria que viene del único Dios? No piensen que soy Yo el que los acusaré ante el Padre; el que los acusará será Moisés, en el que ustedes han puesto su esperanza. Si creyeran en Moisés, también creerían en mí, porque él ha escrito acerca de mí. Pero si no creen lo que él ha escrito, ¿cómo creerán lo que Yo les digo?
Meditación de Sebastián Castaño Fueyo
“El testimonio que Yo tengo es mayor que el de Juan: son las obras que el Padre me encargó llevar a cabo”.
Jesús parece decirnos: he venido a darles salvación a los que creen en Mí y en mi Palabra y a dar testimonio, a través de mis obras, del amor que Dios tiene por cada uno de ustedes. Yo no busco el reconocimiento de los hombres, sino amarlos y servirlos en lo cotidiano de su día a día. De la misma forma, no busquen ustedes la gloria que da el mundo, ni ser reconocido por otros. Más bien, entreguen amor desinteresadamente, con generosidad, porque la verdadera gloria está en el cielo, en mi Padre que los conoce completamente.
Jesús me está llamando a creer: Él es el verdadero y único camino para experimentar paz y plenitud, para estar saciado verdaderamente y alcanzar la salvación. Si sus obras y su Palabra son testimonio del amor de Dios, entonces debo conocerlas e intentar seguirlas. Jesús me invita a tener más consecuencia con el Evangelio, más amor y cariño para Él y para quienes Él pone a mi lado. Si no, es fácil caer en la vorágine de la vida que me confunde y aleja de Dios.
Querido Jesús, sé que eres infinitamente paciente y misericordioso. Te doy gracias por tus obras que son testimonio del Padre, y por tu total entrega, que haces por amor a cada uno de tus hermanos para su salvación. Ayúdame a ser generoso y desprendido, sin esperar reconocimiento, y que mis acciones, en toda circunstancia, estén acorde a tu enseñanza. Dame Señor, un corazón abierto a tu presencia para que mi fe no se debilite. Que María me acerque cada día a Ti. AMÉN