Evangelio según Marcos 3, 7 – 12
Segundo jueves del tiempo ordinario
Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar, y lo siguió mucha gente de Galilea. Al enterarse de lo que hacía, también fue a su encuentro una gran multitud de Judea, de Jerusalén, de Idumea, de la Transjordania y de la región de Tiro y Sidón. Entonces mandó a sus discípulos que le prepararan una barca, para que la muchedumbre no lo apretujara. Porque, como sanaba a muchos todos los que padecían algún mal se arrojaban sobre Él para tocarlo. Y los espíritus impuros, apenas lo veían, se tiraban a sus pies, gritando: “¡Tú eres el Hijo de Dios!” Pero Jesús les ordenaba terminantemente que no lo pusieran de manifiesto.
Meditación de Sebastián Castaño Fueyo
Entonces mandó a sus discípulos que le prepararan una barca
Jesús parece decirnos: La Palabra que les he compartido y el amor infinito de vuestro Padre Dios, han de traer esperanza de sanación y de salvación para cada uno de ustedes. Quiero subirme a tu barca, permanecer en tu corazón, y desde allí poder iluminar tu vida y a través tuyo a las personas que te rodean. Yo no soluciono tus problemas, pero si escuchas mi Palabra y la pones en práctica, te iré transformando, sanando y finalmente salvando en el último día.
Unos se acercaban a Jesús con un corazón sencillo, con la esperanza de ser sanados. Otros, como los fariseos, se incomodaban con sus enseñanzas. ¿Dónde estoy yo? Jesús quiere subirse a mi barca para navegar juntos por la vida. Pero debo “preparar” mi barca para dejarle espacio a Él, debo escuchar con más atención y ajustar el rumbo que Él me indica. Me cuesta abrir el corazón completamente para ser más dócil ante el querer de Dios, sin condiciones, ni acomodos.
Querido Jesús, si conociera más tu Palabra y dedicara más tiempo a la oración, sé que estarías más presente en mi corazón. Gracias por tu eterna fidelidad, por tu infinita misericordia y por el incondicional amor que tienes por cada uno de tus hermanos. Regálame la gracia de sentirme siempre necesitado de acercarme más a Ti, para escuchar tu voz e ir descubriendo el rumbo que Tú me indicas, así para que día a día vayas transformándome en un humilde instrumento tuyo. AMÉN