Evangelio según Juan 1, 19-28
Jueves del tiempo de Navidad
Santos Basilio Magno y Gregorio Nacianceno, obispos y doctores de la Iglesia
Este es el testimonio que dio Juan, cuando los judíos enviaron sacerdotes y levitas desde Jerusalén, para preguntarle: “¿Quién eres tú?” Él confesó y no lo ocultó, sino que dijo claramente: “Yo no soy el Mesías”. “¿Quién eres, entonces?”, le preguntaron: “¿Eres Elías?” Juan dijo: “No”. “¿Eres el Profeta?” “Tampoco”, respondió. Ellos insistieron: “¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?” Y él les dijo: “Yo soy una voz que grita en el desierto: Allanen el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías”. Algunos de los enviados eran fariseos, y volvieron a preguntarle: “¿Por qué bautizas, entonces, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?” Juan respondió: “Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay alguien al que ustedes no conocen: Él viene después de mí, y yo no soy digno de desatar la correa de su sandalia”. Todo esto sucedió en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan bautizaba.
Meditación de Sebastián Castaño Fueyo
“Yo soy una voz que grita en el desierto: Allanen el camino del Señor”
Jesús parece decirnos: Juan el Bautista preparó mis caminos y cumplió fielmente su misión de anunciar mi venida. Juan fue un discípulo humilde y con su “voz que clama en el desierto”, fue testigo de la luz y la Palabra que Yo traería al mundo. Preparar mis caminos significa que debes hacer silencio en medio del desierto de tu vida para buscar mi presencia y querer estar en comunión conmigo. Yo me hice pequeño y frágil para entrar en tu corazón y espero atento a que me acojas con alegría, esperanza y humildad.
Ahora que empezamos un nuevo año, este Evangelio me invita a revisar como está mi relación con Cristo y también como está mi “ser voz” que anuncia a Cristo. Pienso en lo que debo enderezar y que cosas me pueden alejar de Dios. También en lo que me da alegría y lo que me acerca a vivir el Evangelio. Debo dejar entrar a Jesús en mi vida, para recibir su Luz que me ayuda a descubrir el camino y a dar sentido a las cosas en medio de la oscuridad del desierto.
Querido Jesús, viniste al mundo siendo pequeño y frágil, nos dejaste tu luz y tu Palabra para guiar nuestro camino y entregaste tu vida en la Cruz por nosotros. Te doy gracias por la vida que me regalas día a día, ayúdame a saber vivirla a la luz del Evangelio, para ser un fiel testimonio de tu amor. Que todo lo que deba enfrentar durante este nuevo año que comienza lo haga iluminado por tu presencia. AMÉN