Evangelio según Marcos 1, 40-45
Jueves de la primera semana del tiempo ordinario
Se acercó a Jesús un leproso para pedirle ayuda y, cayendo de rodillas, le dijo: “Si quieres, puedes purificarme”. Jesús, conmovido, extendió la mano y lo tocó, diciendo: “Lo quiero, queda purificado”. En seguida la lepra desapareció y quedó purificado. Jesús lo despidió, advirtiéndole severamente: “No le digas nada a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega por tu purificación la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio”. Sin embargo, apenas se fue, empezó a proclamarlo a todo el mundo, divulgando lo sucedido, de tal manera que Jesús ya no podía entrar públicamente en ninguna ciudad, sino que debía quedarse afuera, en lugares desiertos. Y acudían a Él de todas partes.
Meditación de Sebastián Castaño Fueyo
Jesús, conmovido, extendió la mano y lo tocó, diciendo: “Lo quiero, queda purificado”
Jesús parece decirnos: aquí estoy para ti, atento a responder a tu llamado y dispuesto a darme completamente para sanarte. Ven a mi encuentro, búscame con esperanza, con humildad y con perseverancia. Abre tu corazón y haz silencio para reconocer tus propias “lepras”; y no tengas vergüenza de ellas. Más bien preséntamelas con humildad y con la verdadera intención de ser sanado por la infinita misericordia de vuestro buen Padre Dios. ¿De qué quieres que Él te sane?
Este Evangelio me invita a reconocer mis propias heridas, para luego ser consciente de la necesidad que tengo de acercarme a Dios con humildad para ser sanado y transformado por Él. También me invita a seguir el ejemplo de Jesús, el darse con generosidad por el bien de otros sin medir o hacer cálculos. Parecen grandes desafíos, y lo son, pero se pueden vivir en el día a día y así se puede ir haciendo un hábito o una práctica más cotidiana. Jesús estará ahí acompañándonos.
Querido Jesús, gracias por tu fidelidad y paciencia para esperar que vayamos a tu encuentro. Tú conoces mis heridas, ayúdame a saber presentártelas con humildad y a querer que Tú realmente las sanes. Perdón Señor por no abrir completamente la puerta de mi corazón a tu acción transformadora. No dejes Señor que me aleje de Ti y de otros, dame la fuerza para ir al encuentro y buscar tu acción misericordiosa. AMÉN