Evangelio según san Lucas 6, 27-36

Vigesimotercer jueves del tiempo ordinario

 

Jesús dijo a sus discípulos: Yo les digo a ustedes que me escuchan: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian. Bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los difaman. Al que te pegue en una mejilla, preséntale también la otra; al que te quite el manto, no le niegues la túnica. Dale a todo el que te pida, y al que tome lo tuyo no se lo reclames.  Hagan por los demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes. Si aman a aquellos que los aman, ¿qué mérito tienen? Porque hasta los pecadores aman a aquellos que los aman.  Si hacen el bien a aquellos que se lo hacen a ustedes, ¿qué mérito tienen? Eso lo hacen también los pecadores. Y si prestan a aquellos de quienes esperan recibir, ¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan a los pecadores, para recibir de ellos lo mismo. Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada en cambio. Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del Altísimo, porque Él es bueno con los desagradecidos y los malos. Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso.

 

Meditación de Sebastián Castaño Fueyo

 

Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso.

 

Jesús pareciera decirnos: Vuestro Padre es bueno y misericordioso y quiere dar a todos, sin medida, para que alcancen verdadera plenitud. Él es fiel a esta promesa y no se fija en las caídas de sus hijos. Él les llama a que busquen decididamente seguir el camino que yo les enseñé: amar sin medida. Así los colmará con sus bienes. No se fijen en poner la vara alta a los demás, ni menos juzgarlos o condenarlos, sino más bien, cuida tus acciones para ser fiel al camino que el Padre te propone.

 

Pienso que este Evangelio es un llamado de atención a no conformarse, a intentar ir más allá en la tarea de amar al prójimo y a no caer en justificar nuestras faltas de amor. Amar verdaderamente supone una entrega voluntaria, desinteresada y no calculada. Dios es bueno con todos y me llama a hacer el bien con todos.  Como cristianos estamos llamados a no responder atacando a quien nos ofende, sino a actuar con prudencia preguntándonos más seguido ¿Qué haría Jesús ahora?

 

Querido Jesús, Hijo de Dios, Tú viniste a visitarnos para mostrarnos el rostro misericordioso y bueno de nuestro Padre. Y nos dejaste muchos ejemplos de perdón y de entrega infinita para guiar nuestro camino hacia Él. Regálame Señor la gracia de ser misericordioso y la sabiduría para saber distinguir entre justicia y misericordia. Permíteme ver a quienes me rodean como hijos de Dios, como mis hermanos. Perdón Señor por mis faltas cuando caigo en enjuiciar a otros. AMÉN