San Alfonso María de Ligorio, obispo y doctor de la Iglesia
Evangelio según San Mateo 13, 47-53
Jueves de la decimoséptima semana del tiempo ordinario
En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío: «El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final de los tiempos: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno de fuego. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Habéis entendido todo esto?». Ellos le responden: «Sí». Él les dijo: «Pues bien, un escriba que se ha hecho discípulo del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando de su tesoro lo nuevo y lo antiguo». Cuando Jesús acabó estas parábolas, partió de allí.
Meditación de Sebastián Castaño Fueyo
“Cuando está llena (la red) la arrastran a la orilla y, sentándose, recogen lo bueno en canastas y tiran lo que no sirve.”
Jesús parece decirnos: Amo a todos mis hijos y quiero para ellos su felicidad eterna. Todos en el mundo están llamados a mi amistad y espero que sean muchos los que crean y me dejen un espacio en su corazón para acompañarlos en su vida. Cada cual es libre de escoger sus caminos, de escoger lo bueno y lo malo. Sean ustedes colaboradores del Reino de Dios, amando y entregando su vida, compartiendo la bondad y el amor que han recibido del Padre.
Me quedo con la imagen de los pescadores sentados en la orilla, tal vez en silencio, después de pasar horas echando las redes, cansados, pero al final del día están haciendo el trabajo cuidadoso para quedarse con el buen alimento y desechar lo que no les alimenta. ¿Cuánto tiempo me doy para parar y reflexionar sobre aquello que debo buscar y cultivar, porque me acerca a Dios y a otros, y sobre aquello que debo evitar y descartar, porque me aleja de Dios y de otros?
Querido Señor Jesús, Tú nos mostraste el rostro amable y misericordioso de Dios Padre que nos invita a participar de su Reino. Dame, Señor, la voluntad para buscar separar de mi vida todo aquello que finalmente no permite que Tú seas quien gobierne y me aleja del amor y la caridad. Aquí estoy Señor, quiero conocer tu Palabra y atesorar tu luz para poder compartirla. Que tu Reino Señor venga a nosotros y sea fiel en compartirlo con quienes me rodean. AMÉN