Evangelio según Lucas 4, 1-13

Domingo de la primera semana de Cuaresma

 

 En aquel tiempo, Jesús lleno del Espíritu Santo, se volvió del Jordán, y era conducido por el Espíritu en el desierto, durante cuarenta días, tentado por el diablo. No comió nada en aquellos días y, al cabo de ellos, sintió hambre. Entonces el diablo le dijo: Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan. Jesús le respondió: Esta escrito: No solo de pan vive el hombre. Llevándole a una altura le mostró en un instante todos los reinos de la tierra; y le dijo el diablo: Te daré todo el poder y la gloria de estos reinos, porque a mí me ha sido entregada, y se la doy a quien quiero. Si, pues, me adoras, toda será tuya. Jesús le respondió: Esta escrito: Adorarás al Señor tu Dios y solo a él darás culto. Le llevó a Jerusalén, y le puso sobre el alero del Templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo; porque está escrito: A sus ángeles te encomendará para que te guarden. Y en sus manos te llevarán para que no tropiece tu pie en piedra alguna. Jesús le respondió: Está dicho: No tentarás al Señor tu Dios. Acabada toda tentación, el diablo se alejó de él hasta un tiempo oportuno.

 

Está escrito: “No solo de pan vive el hombre”.

 

Meditación de José Miguel Arévalo Araneda

 

El Señor me dice: “No solo de pan vive el hombre. Aunque tienes necesidades materiales, sé desprendido, generoso y comparte con aquellos que necesitan, tú sabes que no dejaré que te falte. No te centres en ti mismo buscando poder, prestigio, apariencia, aquello que luce. Sé que necesitas reconocimiento de otros, sentir que vales, que eres apreciado, respetado y querido, pero yo te daré lo necesario para ir cumpliendo esos anhelos.”

 

Me veo, así como el Señor tentado por el demonio en el texto del Evangelio, frente a la seducción del mundo, aunque de una manera más sutil e indirecta. El mundo ofrece resolver mis necesidades materiales y del alma, y pareciera que así ocurre cuando solo observo en la superficie y no me detengo a advertir la mano bondadosa de Dios, de la MTA, y de quienes están cerca. Así, la tentación muchas veces es la invitación sutil a alejarme de Dios y no advertir su presencia en lo que me pasa y en las decisiones que tomo. Veo en la oración, la meditación y el oído atento a otros que están cerca, el camino que me conduce a una vida más agradecida, solidaria y en alegría.

 

Señor, a través de este pasaje del Evangelio, nos revelas la existencia y la presencia del demonio que busca seducirnos, así como lo intentó contigo. Te agradezco porque Tú quieres liberarme de las esclavitudes a las que el demonio quiere conducirnos a causa de nuestras necesidades de pan y anhelos de poder y gloria. Pido Tu auxilio y el de nuestra Madre cuando por mis debilidades no esté atento a tu voz y no sea capaz de resistir a la tentación, y para que humildemente pueda tomar el camino de vuelta hacia ti. AMÉN