Evangelio según san Marco 6, 2-16

Vigesimoséptimo domingo del tiempo ordinario

 

Se acercaron algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le plantearon esta cuestión: “¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer?”. Él les respondió: “¿Qué es lo que Moisés les ha ordenado?”. Ellos dijeron: “Moisés permitió redactar una declaración de divorcio y separarse de ella”. Entonces Jesús les respondió: “Si Moisés les dio esta prescripción fue debido a la dureza del corazón de ustedes. Pero desde el principio de la creación, Dios los hizo varón y mujer. Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre, y los dos no serán sino una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido”. Cuando regresaron a la casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre esto. Él les dijo: “El que se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra aquella; y si una mujer se divorcia de su marido y se casa con otro, también comete adulterio”. Le trajeron entonces a unos niños para que los tocara, pero los discípulos los reprendieron. Al ver esto, Jesús se enojó y les dijo: “Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos. Les aseguro que el que no recibe el Reino de Dios como un niño, no entrará en él”. Después los abrazó y los bendijo, imponiéndoles las manos.

 

Meditación de Francisco Bravo Collado

 

… comete adulterio.

 

Es como si Jesús nos dijera: “Ustedes creen que yo soy duro por estas palabras que digo aquí. Ustedes se sienten intimidados por mí, porque les hablo claro. Y, aunque a muchos les incomode, yo quiero reafirmar esto que digo, y quiero decirlo con más fuerza. Ustedes sí son capaces de tomar opciones para toda la vida, y esta decisión, la de formar una familia, es una decisión sagrada. El que niega esta decisión que tomó libremente comete adulterio, con todas sus letras. Pero no se engañen: Yo, que digo esto con tanta claridad y fuerza, soy el mismo que acojo a la mujer adúltera. Enfrentar la verdad y tener claro cuando una cosa está mal no se contrapone con ser cariñoso y comprensivo.”

 

Qué duro es este tema. Cuánta gente extraordinaria, cuántas personas a las cuales admiro y que sé a ciencia cierta que son mucho mejores que yo, han tenido fracasos matrimoniales y se han unido con una persona después de eso. Eso es adulterio: es romper un voto sagrado, es traicionar un compromiso solemne. Pero eso no significa que yo, que hasta ahora he sido afortunado en el amor, sea mejor. Tampoco significa que yo, la Iglesia o Jesús debamos apartarnos de esas personas. Todo lo contrario. Esa historia nos hace semejantes, nos hace más hijos del Dios que escribe recto con líneas torcidas.

 

Señor, hoy que me hablas de la indisolubilidad del matrimonio, yo quiero dar gracias por mi mujer. Gracias por su amor cotidiano y heroico. Gracias por su cuerpo: por su sensualidad y su pureza. Ayúdame a bogar en esta contracorriente en la que nos encontramos: hazme fiel y apasionado, como siempre me has querido. En este día, te pido especialmente por los amigos que les ha ido mal en sus proyectos familiares. Ayúdanos a ser cariñosos y comprensivos con ellos. Enséñanos a mirar nuestra propia realidad para que veamos que no  somos mejores que ellos, sino que somos más afortunados. AMÉN