Evangelio según Mateo 2, 1-12

Fiesta de la Epifanía del Señor

 

Cuando nació Jesús, en Belén de Judea, bajo el reinado de Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén y preguntaron: «¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo.» Al enterarse, el rey Herodes quedó desconcertado y con él toda Jerusalén. Entonces reunió a todos los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo, para preguntarles en qué lugar debía nacer el Mesías. «En Belén de Judea, le respondieron, porque así está escrito por el Profeta: «Y tú, Belén, tierra de Judá, ciertamente no eres la menor entre las principales ciudades de Judá, porque de ti surgirá un jefe que será el Pastor de mi pueblo, Israel».» Herodes mandó llamar secretamente a los magos y después de averiguar con precisión la fecha en que había aparecido la estrella, los envió a Belén, diciéndoles: «Vayan e infórmense cuidadosamente acerca del niño, y cuando lo hayan encontrado, avísenme para que yo también vaya a rendirle homenaje.» Después de oír al rey, ellos partieron. La estrella que habían visto en Oriente los precedía, hasta que se detuvo en el lugar donde estaba el niño. Cuando vieron la estrella se llenaron de alegría, y al entrar en la casa, encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, le rindieron homenaje. Luego, abriendo sus cofres, le ofrecieron dones: oro, incienso y mirra. Y como recibieron en sueños la advertencia de no regresar al palacio de Herodes, volvieron a su tierra por otro camino.

 

Meditación de Francisco Bravo Collado

 

“… avísenme para que yo también vaya a rendirle homenaje.”

 

Jesús dice: “Cuidado con Herodes, cuando el poder toma la bandera de Dios para asegurar su propio poder. Yo soy un Dios de vivos, que he venido a perdonar y no a condenar, que he venido a servir y no a ser servido. Tengan cuidado entonces: muchas veces se usa mi nombre para condenar al resto, diciendo que es para darme gloria. Pero en todas esas ocasiones, pasa lo mismo que con Herodes…”

 

El punto central de este Evangelio es la adoración de los magos de oriente al Niño de Belén. Sin embargo, esta meditación me ayudó para descubrir una nueva dimensión del texto: la codicia de Herodes que busca encontrar al niño para asegurar su propio poder. Y cuando veo cómo esto es aplicable al mundo actual, me doy cuenta que muchas veces se usa (¡usamos!) a Dios como una excusa para mantener las situaciones que nos acomodan: el statu quo, los equilibrios de poder, la posición que nos sirve más.

 

Jesús: perdón por todas las veces que he dejado que se use tu nombre para algo diferente que hacer al hombre más digno. Enséñame a ser capaz de luchar por los principios y los valores fundamentales, a denunciar el mal… pero que nunca use tu nombre para buscar mis propias conveniencias. Que todas las luchas que yo emprenda sean para dignificar a mis hermanos. Gracias por venir al mundo a salvarnos y a regalarnos tu Reino. Quiero adorarte con sencillez. AMÉN