Evangelio según Lucas 2, 41-52
Tiempo de Navidad
Fiesta de la Sagrada Familia
Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua. Cuando tuvo doce años, subieron ellos como de costumbre a la fiesta y, al volverse, pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo sus padres. Pero creyendo que estaría en la caravana, hicieron un día de camino, y le buscaban entre los parientes y conocidos; pero al no encontrarle, se volvieron a Jerusalén en su busca. Y sucedió que, al cabo de tres días, le encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y preguntándoles; todos los que le oían, estaban estupefactos por su inteligencia y sus respuestas. Cuando le vieron, quedaron sorprendidos, y su madre le dijo: «Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando.» Él les dijo: «Y ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?» Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio. Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón. Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres.
Meditación de Francisco Bravo Collado
¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?
Jesús dice: “Quiero que vean que la labor apostólica no es un extra. Es un asunto serio e importante. Por eso es que yo me quedo en Jerusalén… no para molestar a mi madre, ni para hacerme famoso entre los doctores de la Ley. Esto es lo mismo que les pido a ustedes: ¡sus labores apostólicas, cumplirlas con excelencia! ¿Se comprometieron a algo? Cumplan. ¿Les encargaron un grupo? Sírvanlo. ¿Les encargaron una tarea? Háganla, pero háganla bien y a tiempo. No quiero las migajas de vuestro tiempo y energía, porque esto es importante: son los asuntos de vuestro Padre.”
Dos actitudes de Jesús que me sorprenden en este texto: primero su fortaleza y claridad a la hora de ser encontrado por María y José. Puede que sus padres lo estén buscando angustiados, pero había que cumplir con algo… y, Jesús cumple su deber. La segunda actitud que me llama la atención es la sencillez con la cual permanece sujeto a sus padres a partir de entonces. En este Evangelio puedo descubrir a un Cristo que trabaja se toma en serio sus tareas apostólicas. Pero también descubro un Jesús hijo, que –siendo lo que era- es capaz de vivir con sencillez sujeto a sus padres. Quiero aprender esa seriedad varonil que muestra este Jesús joven.
Jesús: perdón por todas las veces que no he tomado mi trabajo apostólico con suficiente seriedad y compromiso. Qué pena ver que pongo más empeño en mi trabajo profesional pagado que en las cosas que Tú me encargas de forma gratuita. Te quiero pedir ese compromiso y esa pasión que tuviste Tú a la hora de quedarte en el templo. También, como Tú, enséñame a respetar la palabra de mis superiores, de mis padres, de los más viejos, de los jefes. Que ese respeto no sea un ‘sí’ ciego, sino que sea un ‘sí’ meditado y humano. Que cuando crea que deba oponerme a algo, lo haga siempre con fuerza, caridad y respeto. AMÉN