Nuestro Señor Jesucristo Rey del Universo.

Evangelio según Juan 18, 33-37

Trigesimocuarto domingo del Tiempo Ordinario

 

En aquel tiempo preguntó Pilato a Jesús: «¿Eres tú el rey de los judíos?» Jesús le contestó: «¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?» Pilato le respondió: «¿Acaso soy yo judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?» Jesús le contestó: «Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuera de este mundo, mis seguidores habrían luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero no, mi Reino no es de aquí». Pilato le dijo: Conque ¿tú eres rey? Jesús le contestó: «Tú lo dices: soy Rey. Yo nací y vine al mundo para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz».

 

Meditación de Francisco Bravo Collado

 

¿Dices eso por tu cuenta o porque te lo han dicho otros de mí?

 

Jesús me pregunta también a mí: “¿Por qué vienes a Mí? ¿Vienes por lo que te dijeron otros? ¿Vienes porque aquí hay quien te aplauda? ¿Vienes a Mí, a mi Iglesia, a mi Santuario porque te trajeron? Si es así, así sea. Pero ya es tiempo de que te quedes por tus medios. Que te hagas responsable de estar aquí conmigo. Que ya no vengas a decir que ‘naciste en una familia’, que ‘desde pequeño has estado aquí’. Es tiempo de que vengas a mi Iglesia y digas que la elegiste. Que la elegiste como un hombre adulto, responsable y autónomo.”

 

Cuando me enfrento a esta pregunta de Jesús, descubro que no sé la respuesta. No sé por qué llegué a la Iglesia. Sospecho que si no hubiera nacido en una familia católica, después de algún tiempo hubiera llegado igualmente a la Iglesia. Amo esta Iglesia. Amo la tradición, la historia de los santos, la riqueza de los padres, la amplitud de su enseñanza. Ante este texto puedo decir con confianza: “No sé cómo llegué, Señor. Pero sí sé que me quiero quedar. Que este es el hogar que he elegido. Séquese mi diestra, Schoenstatt, si de ti me olvido”.

 

Jesús, hijo de David, Rey de los Judíos, mi Señor. Estoy aquí para reconocerte como Rey. Cristo Rey. Salvador Rey. Mi amigo Rey. Vengo a decirte que elijo tu bandera. Vengo a entregarte lo que soy y lo que tengo. Yo quiero estar contigo. Quiero ser de la verdad. Quiero escuchar tu voz. Háblame Señor, que tu siervo escucha. Déjame escuchar tu voz, para que yo también pueda ser de la verdad, como tantos apóstoles tuyos. AMÉN