Jornada mundial de las Misiones
Evangelio según Marcos 10, 35-45
Domingo de la semana vigesimonovena del tiempo ordinario
En aquel tiempo, Santiago y Juan, los hijos del Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron: «Maestro, queremos que nos concedas lo que vamos a pedirte». Él les dijo: «¿Qué es lo que desean?». Le respondieron: «Concede que nos sentemos uno a tu derecha y otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria». Jesús les replico: «No saben lo que piden. ¿Podrán pasar la prueba que yo voy a pasar y recibir el bautismo con que seré bautizado?». Le respondieron: «Sí podemos». Y Jesús les dijo: «Ciertamente pasarán la prueba que yo voy a pasar y recibir el bautismo con que yo seré bautizado; pero eso de sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; eso es para quienes está reservado». Cuando los otros diez apóstoles oyeron esto, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús reunió entonces a los Doce y les dijo: «Ya saben que los jefes de las naciones las gobiernan como si fueran sus dueños y los poderosos las oprimen. Pero no debe ser así entre ustedes. Al contrario: el que quiera ser grande entre ustedes, que sea su servidor, y el que quiera ser el primero, que sea el esclavo de todos, así como el Hijo del hombre, que no ha venido a que lo sirvan, sino a servir y a dar su vida por la redención de todos».
Meditación de Francisco Bravo Collado
El que quiera ser grande, sea vuestro servidor.
Jesús dice: “El que quiera ser grande, que sirva a los demás. Que no se preocupe de qué será de él. Y que tampoco se invente excusas para servirse a sí mismo. Miren a mis hijos, a los santos. Se entregaron sin reservas, ¡vivieron vidas grandes! Es cierto que también tuvieron momentos de profunda oscuridad, pero pudieron vencer la oscuridad con la Luz, porque se entregaron a Mí como niños. Confiaron en la bondad del Padre”.
Señor, yo quiero ser grande a tu modo. Quiero aprender a servir, y a desgranarme entero por el resto. Quiero ser capaz de beber tu cáliz. Cuando estoy cerca de Ti, siento que puedo ofrecerme entero, pero cuando me alejo, solamente pienso en mí mismo y en las cosas que me hacen sentir mejor.
Gracias Señor por darnos un amor que no nos hace grandes a la manera del mundo, sino que crecemos en la medida que nos dejamos tomar por Ti. Regálame la generosidad de tus verdaderos discípulos. Enséñame a servir a los demás y a estar atento a lo que Tú me llamas. Dame reciedumbre para dejar mi comodidad detrás, y vivir como viviste Tú: completamente vinculado al amor del Padre. AMÉN