Evangelio según Lucas 9, 28-36
Domingo de la segunda semana del tiempo de cuaresma
En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, Juan y Santiago, y subió al monte a orar. Y sucedió que, mientras oraba, el aspecto de su rostro se mudó, y sus vestidos eran de una blancura fulgurante, y he aquí que conversaban con él dos hombres, que eran Moisés y Elías; los cuales aparecían en gloria, y hablaban de su partida, que iba a cumplir en Jerusalén. Pedro y sus compañeros estaban cargados de sueño, pero permanecían despiertos, y vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. Y sucedió que, al separarse ellos de él, dijo Pedro a Jesús: Maestro, bueno es estarnos aquí. Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías, sin saber lo que decía. Estaba diciendo estas cosas cuando se formó una nube y los cubrió con su sombra; y al entrar en la nube, se llenaron de temor. Y vino una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo, mi Elegido; escuchadle. Y cuando la voz hubo sonado, se encontró Jesús solo. Ellos callaron y, por aquellos días, no dijeron a nadie nada de lo que habían visto.
Meditación de José Miguel Arévalo Araneda
“Este es mi Hijo, mi Elegido; escuchadle”.
Creo que el Señor me dice: “Soy un Dios de vivos, el espíritu es vida, así que no te sorprendas si puedo conversar con Moisés y Elías, que ellos vivos están. El Padre habla a favor mío, y les dice a ustedes, en este texto del Evangelio que Yo soy su elegido y que me escuchen. ¡Cómo me gustaría que hicieras oídos de estas palabras y que dejes en este tiempo de Cuaresma espacios de oración reposada y más frecuente para escucharme a Mí!
Claramente soy de esas personas que les gusta “hacer”, y la mayor parte del tiempo quedo “corto”: hago menos de lo que querría. Poco espacio queda para detenerme, apreciar, agradecer, evaluar, gustar y compartir los sentimientos, afectos y anhelos en el quehacer que tengo. Aparece así una desconexión de mi mundo del hacer con mi mundo interior, que es donde reside mi espíritu, el santuario del corazón, lugar privilegiado de encuentro con el Señor y la MTA. Ese lugar, donde reside mi espíritu, siento que está llamado a ser hogar, oasis y taller, lugar de encuentro, donde puede hacerse verdad lo que el Padre nos dice: “Este es mi Hijo, mi Elegido; escuchadle”.
¡Qué maravilla Señor que este Evangelio nos transmita la voz del Padre! de tu Padre para darnos a comprender que Tú eres su elegido y también en diálogo y comunión con Moisés y Elías, para mostrarnos la continuidad del Plan de salvación que llevarías a cumplir en Jerusalén.
Señor, por intermedio de María te pido la gracia de luchar por los tiempos de pausa y el silencio necesario para atender a mi mundo interior y que sea este el lugar de encuentro contigo y fuente de vida para mí y para otros. Me comprometo a poner mi voluntad en este propósito, especialmente en este tiempo de cuaresma. AMÉN