Evangelio según Lucas 21, 25-28. 34-36

Domingo de la primera semana de Adviento

 

Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, los pueblos serán presa de la angustia ante el rugido del mar y la violencia de las olas. Los hombres desfallecerán de miedo por lo que sobrevendrá al mundo, porque los astros se conmoverán. Entonces se verá al Hijo del hombre venir sobre una nube, lleno de poder y de gloria. Cuando comience a suceder esto, tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación”. Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, para que ese día no caiga de improviso sobre ustedes como una trampa, porque sobrevendrá a todos los hombres en toda la tierra. Estén prevenidos y oren incesantemente, para quedar a salvo de todo lo que ha de ocurrir. Así podrán comparecer seguros ante el Hijo del hombre”.

 

Meditación de Francisco Bravo Collado

 

“Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, los pueblos serán presa de la angustia ante el rugido del mar y la violencia de las olas”

 

Es como si Juan Bautista hoy me dijera: “Aprende a vivir tu Bautismo, que no es un bautismo cualquiera, sino que es un bautismo de conversión para el perdón de los pecados. Convertir es cambiar, cambia tú entonces. Prepara el camino al Señor, endereza lo torcido. Mira tu vida y no te contentes con lo poco que haces, sino que esfuérzate por hacer más, por regalar más. ¿Trabajas? Trabaja más. ¿Comulgas, rezas, ofreces? Hazlo más seguido. ¿Te preocupas por los tuyos? Preocúpate además por el resto, por los más pequeños.

 

Me impresiona este Evangelio, porque siendo escrito por Lucas, que es muy dado al detalle –llega a citar a todos los reyes de la época, lo que debe ser muy útil para los historiadores-, también es tremendamente profético. Y la profecía es bellísima. Es un llamado a la conversión, muy propio de Juan Bautista, un hombre del desierto. Hoy mi tarea es convertirme: allanar mis senderos, elevar mis áreas bajas y limar las partes escabrosas. Que lo torcido se enderece.

 

Jesús, enséñame a preparar tu venida y vivir mi Bautismo. Bautízame con tu bautismo de fuego, para que tenga conversión y perdón por mis pecados. Dame la reciedumbre y la persistencia que requiere el enderezar los caminos. No dejes de regalarle a tu Iglesia más hombres como Juan el Bautista, que sepan vivir en la pobreza y el sacrificio, que nos hablen de lo  más grande y lo más simple. AMÉN