¿Ha pensado en bajar de peso? No es la idea, pero quizá sea éste el tiempo ideal para hacerlo. Benedicto XVI ha invitado a todos los cristianos y hombres de buena voluntad a asumir una pequeña pero significativa renuncia durante este tiempo. Su mensaje cuaresmal de este año coloca el acento en el sentido del ayuno, la renuncia a la comida en exceso. El tema no es menor, sobre todo en un mundo en el cual, como se señaló en la presentación del mensaje, «una de cada seis personas padece hambre en el mundo». El problema tiene que ver con la mala distribución de alimentos, pero también con la avidez, la discriminación, las guerras y otras tragedias. A través de un signo solidario como renunciar al exceso de comida e incluso privarnos de algo de ella, tomamos conciencia de lo que padecen otros y solidarizamos con ese gesto en su miseria y hambre. Año tras año, las palabras del Papa nos recuerdan el compromiso de abrir nuestros corazones y nuestras manos a quienes lo necesitan. La ayuda debe ser siempre concreta para afrontar directamente la miseria. Señala el Papa: «En nuestros días parece que la práctica del ayuno ha perdido un poco su valor espiritual y ha adquirido más bien, en una cultura marcada por la búsqueda del bienestar material, el valor de una medida terapéutica para el cuidado del propio cuerpo. Está claro que ayunar es bueno para el bienestar físico, pero para los creyentes es, en primer lugar, una «terapia» para curar todo lo que les impide conformarse a la voluntad de Dios». En una época caracterizada por la atención al bienestar y a la buena forma física, una renuncia a un bien material reorienta nuestros sentidos a lo importante y permanente. El cuerpo puede convertirse en un tirano y su deseo de placer puede reducir nuestra libertad, nos centra excesivamente en nosotros mismos y nos aísla, olvidándonos de los demás. Las prácticas cuaresmales de mayor oración, renuncia al exceso de alimento y los actos solidarios, nos llevan a un objetivo más allá de este mundo. Para el hombre de fe toda renuncia voluntaria no es desmedro, sino crecimiento en la profundidad de la fe, donde encuentra a Dios. Por eso, el ayuno en esta Cuaresma no es negativo. Dice el mensaje papal: «¿Cómo podríamos despreciar nuestra carne si el Hijo de Dios la asumió haciéndose hermano nuestro? Despojarse y renegarse son plenamente positivos: apuntan al encuentro con este Cristo». La renuncia al exceso de cosas, de bienes, de comida, nos hace libres frente a ella, nos lleva a valorar lo que tenemos, a apreciar con mayor afecto las pequeñas alegrías de la vida y a ser más agradecidos ante la creación y ante el prójimo. Es fácil acostumbrarse a los bienes materiales y caer en una espiral ansiosa de poseer más. De ahí que una sana renuncia, heroica incluso, lleva ser mejores personas, más perfectos y más humanos.Adquirimos verdadera libertad interior en la medida en que, teniendo, no nos esclavizamos a las cosas sino que nos movemos con soberanía frente a ellas.Cuaresma es camino interior, es una oportunidad de crecer «hacia dentro» para darse más «hacia fuera». De paso, es camino de sensibilidad ante el dolor y miseria ajena. Una oportunidad de acercarse a quien tiene menos, sufre hambre o soledad. Y así ayudar a que otros recuperen su dignidad de ser humano, hijos de Dios.