¿Quiénes son los culpables de la crisis financiera? ¿La mano invisible del mercado o la simple codicia desmesurada? ¿Quiénes deben pagar por los errores cometidos? ¿Hasta dónde debe inmiscuirse la mano visible del estado? ¿Cómo construir un sistema económico más humano? Muchas páginas se han escrito sobre la crisis financiera globalizada que estamos padeciendo. Pero las crisis son momentos privilegiados en la vida del hombre para aprender y extraer buenas lecciones que nos permitan crecer y madurar. El padre Kentenich, fiel a su delicada sensibilidad por los signos de los tiempos, en los años 1929 y 1930 organiza las llamadas «jornadas sociales». El trasfondo de la gran crisis financiera del 29 motiva al padre Kentenich a desarrollar toda su visión sobre el nuevo orden social. En ella él propone tres criterios para discernir sobre los valores cristianos de los diferentes sistemas económicos: En primer lugar deja claramente establecido el principio que el Evangelio no toma partido por ningún sistema económico en particular, por lo tanto, no le cabe a la Iglesia apoyar exclusivamente uno de ellos. En segundo lugar la Iglesia puede favorecer aquella estructura económica que promueva con mayor audacia el amor y la justicia. En tercer lugar, la Iglesia puede auspiciar un sistema económico donde la ganancia personal esté al servicio del bien común y donde se desarrolle sanamente el derecho a la propiedad privada con una impronta solidaria. A primera vista éstos pueden parecer principios muy generales o abstractos. Pero si uno las medita con más profundidad va descubriendo huellas importantes que nos pueden señalar un camino más humano de la economía. No existen los sistemas perfectos, él nunca es un fin en si mismo, sino que un instrumento siempre mejorable. A veces nos pasa que endiosamos sistemas y nos olvidamos que ellos están al servicio del hombre. Vuelve aparecer en el horizonte la antigua discusión de Jesús con los fariseos sobre el «sábado». Un sistema que no responda al amor y la justicia debe revisarse. Un capitalismo salvaje que no incorpora en sus genes la solidaridad, la justicia y el amor no tiene moral ni futuro. Con estos criterios podemos reiniciar discusiones que siempre guardan una impresionante vigencia: el papel del estado en la economía; la relación entre libre mercado y responsabilidad social; la relación entre ganancias ilimitadas y solidaridad; la relación entre pequeña empresa y conglomerados internacionales; la relación entre el nivel de vida alcanzado en los países más desarrollados y la pobreza de grandes regiones del mundo. «¿Cuánto más dinero, cuántas más cosas necesitamos? ¿Es lo mismo tener suficiente que tener demasiado? (No, dicen los anunciantes al unísono). ¿Podríamos arreglárnoslas con menos? ¿Qué es lo verdaderamente importante para usted? ¿Qué contribuye más a su felicidad individual?» Se pregunta Timothy Garton Ash profesor de la Universidad de Oxford. No perdamos esta valiosa oportunidad que nos regala esta crisis mundial para reflexionar juntos sobre estos temas. El hombre madura cuando es capaz de sacar lo bueno de lo malo y en medio de tiempos borrascosos percibir la mano de Dios en la historia.