Evangelio según Marcos 8, 27-33

Jueves de la sexta semana del tiempo ordinario

 

Jesús salió con sus discípulos hacia los poblados de Cesarea de Filipo, y en el camino les preguntó: “¿Quién dice la gente que soy Yo?” Ellos le respondieron: “Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas”. Entonces Él les preguntó: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy Yo?” Pedro respondió: “Tú eres el Mesías”. Jesús les ordenó terminantemente que no dijeran nada acerca de Él. Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días; y les hablaba de esto con toda claridad. Pedro, llevándolo aparte, comenzó a reprenderlo. Pero Jesús, dándose vuelta y mirando a sus discípulos, lo reprendió, diciendo: “¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres”.

 

Meditación de Sebastián Castaño Fueyo

 

“Y ustedes, ¿quién dicen que soy Yo?”

 

Jesús parece decirnos: ¿Y tú, quien dices que soy, quien soy para ti? Entiendo que sea una pregunta difícil, que requiere ir al fondo de tu corazón para responder con sinceridad. Para que me reconozcas completamente, debemos mantener una relación cercana y cotidiana, basada en la amistad y respeto mutuo, de comunión y amor verdadero. Yo te conozco completamente, estoy atento y disponible para estar contigo. Quiero que tú me conozcas de igual forma y no te quedes ciego sin reconocerme.

 

¿Cuánto de lo que digo de Jesús es por experiencia propia personal y cuánto es por lo que viene por otros? Mi forma de vivir y los valores que me guían deben ser coherentes con el Evangelio. Si intento ir conociendo cada vez más a Jesús y su Palabra, podré hacer vida con acciones, la experiencia de vivir junto a Jesús. Quisiera vivir una relación cada vez más vinculante y cercana con Jesús.  Así podré contestar con mayor sinceridad, con la propia experiencia, a la pregunta de Jesús.

 

Querido Jesús, agradezco tu eterna fidelidad y amor hacia nosotros. Eres el Hijo de Dios que ha venido a nuestro encuentro y has dado tu vida por nosotros. Tú conoces mis carencias, cúrame de todo aquello que me impida reconocerte con claridad, en todas tus dimensiones y en lo cotidiano de la vida. Ayúdame Jesús a seguirte con cercanía y cariño, para poder ser un humilde testigo de tu amor a través de acciones concretas. AMÉN