Evangelio según Lucas 21, 20-28

Trigesimocuarto jueves del Tiempo Ordinario

 

Jesús hablaba a sus discípulos acerca de su venida: Cuando vean a Jerusalén sitiada por los ejércitos, sepan que su ruina está próxima. Los que estén en Judea que se refugien en las montañas; los que estén dentro de la ciudad que se alejen; y los que estén en los campos que no vuelvan a ella. Porque serán días de escarmiento, en que todo lo que está escrito deberá cumplirse. ¡Ay de las que estén embarazadas o tengan niños de pecho en aquellos días! Será grande la desgracia de este país y la ira de Dios pesará sobre este pueblo. Caerán al filo de la espada, serán llevados cautivos a todas las naciones, y Jerusalén será pisoteada por los paganos, hasta que el tiempo de los paganos llegue a su cumplimiento. Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, los pueblos serán presa de la angustia ante el rugido del mar y la violencia de las olas. Los hombres desfallecerán de miedo ante la expectativa de lo que sobrevendrá al mundo, porque los astros se conmoverán. Entonces se verá al Hijo del hombre venir sobre una nube, lleno de poder y de gloria. Cuando comience a suceder esto, tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación.

 

Meditación de Sebastián Castaño Fueyo

 

(…)“ tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación”.

 

Jesús parece decirme: No pierdas el ánimo y levanta tu mirada al cielo en cualquier circunstancia de tu vida. Cuando vine al mundo experimenté las tribulaciones de la vida y sé que el camino de la cruz pondrá a prueba tu fe. No evites cargar tu cruz, más bien hazlo con decisión y esperanza, porque aun cuando tropieces muchas veces, yo vendré en tu ayuda y estarás caminando conmigo hacia el Reino de los Cielos. No cierres tu corazón para dejarme fuera, no te pediré más de lo que puedes dar. Vive con esperanza y alegría, vigilante ante la presencia de Dios.

 

Este Evangelio pone a prueba mi fe. Ante un fin (o evento) catastrófico, Jesús nos pide ánimo y levantar la cabeza con esperanza. Que difícil me es aceptar un posible fin anticipado de la vida, ya sea la mía o de un ser querido. Creo que Jesús me invita a vivir vigilante ante su presencia y a estar atento a los acontecimientos de la vida terrenal con los ojos puestos en el cielo. Me cuesta ser consistente en esta actitud y sin duda necesito mucha fe para hacerlo.

 

Querido Jesús, quiero poner mi vida en actitud activamente vigilante porque no sabré cuándo será el día final. Perdón Señor por las veces en que bajo la cabeza y alejo mi corazón de tu presencia. Quiero mirar más al cielo y aprender a avanzar por la vida con más alegría y buscándote con perseverancia. Sé que Tú eres fiel y vendrás a mi encuentro cada vez que te busque. Querida Mater, dame la gracia para encontrarme verdaderamente con Jesús y poder vivir fiel a su voluntad. AMÉN