San Ignacio de Antioquía, obispo y mártir

Evangelio según san Lucas 11, 47-54

Vigesimoctavo jueves del tiempo ordinario

 

Jesús dijo a los fariseos y a los doctores de la Ley: “¡Ay de ustedes, que construyen los sepulcros de los profetas, a quienes sus mismos padres han matado! Así se convierten en testigos y aprueban los actos de sus padres: ellos los mataron y ustedes les construyen sepulcros. Por eso la Sabiduría de Dios ha dicho: «Yo les enviaré profetas y apóstoles: matarán y perseguirán a muchos de ellos». Así se pedirá cuenta a esta generación de la sangre de todos los profetas, que ha sido derramada desde la creación del mundo: desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que fue asesinado entre el altar y el santuario. Sí, les aseguro que a esta generación se le pedirá cuenta de todo esto. ¡Ay de ustedes, doctores de la Ley, porque se han apoderado de la llave de la ciencia! No han entrado ustedes, y a los que quieren entrar, se lo impiden”. Cuando Jesús salió de allí, los escribas y los fariseos comenzaron a acosarlo, exigiéndole respuesta sobre muchas cosas y tendiéndole trampas para sorprenderlo en alguna afirmación.

 

Meditación de Sebastián Castaño Fueyo

 

¡Ay de ustedes, doctores de la Ley, porque se han apoderado de la llave de la ciencia! No han entrado ustedes, y a los que quieren entrar, se lo impiden”

 

Jesús parece decirnos: los doctores de la ley estaban ciegos por sus doctrinas vacías y sus formas que imponían a otros. Contrario a su apariencia, ellos no buscaban realmente encontrarse con Dios, ni amar a su prójimo. Cuídense de no caer en lo mismo, porque las formas y costumbres del mundo actual, les pueden impedir vivir de acuerdo con la Ley de Dios. Dios es amor y misericordia y busca encontrarse con sus hijos. Busquen con esperanza y alegría, vivir fielmente en alianza con Dios y ofrecer sus manos al servicio de su amor.

 

La originalidad de cada persona hace que la relación con nuestro Padre Dios sea única, libre, e irrepetible. Debo confiar y cultivar con perseverancia esta relación única y personal que Dios nos ofrece incondicionalmente. Esta relación no puede ser impuesta por otros, sino que se cultiva en mi interior. A su vez yo tampoco puedo imponérsela a otros; solo puedo con mis obras y los frutos que Dios regala, intentar ser un ejemplo y un instrumento al servicio de su amor.

 

Querido Jesús, gracias por mostrarnos en plenitud, con tu ejemplo e infinita entrega, el significado de ser fiel a la Ley de Dios. Amaste a los tuyos y fuiste fiel al plan Dios hasta entregar tu vida por amor. Jesús ayúdame a ir de tu mano para lograr quedarme en el camino que Tú tienes para mí y así poder ser fiel testigo de tu Palabra y de tu amor. Perdón Señor por mis caretas y costumbres mundanas que me alejan de tu Ley y que incluso pueden alejar a otros de Ti. No dejes que me aparte de Ti. AMÉN