Evangelio según San Lucas 11, 29-32

Vigesimoctavo lunes del tiempo ordinario

 

Al ver Jesús que la multitud se apretujaba, comenzó a decir: “Esta es una generación malvada. Pide un signo y no le será dado otro que el de Jonás. Así como Jonás fue un signo para los ninivitas, también el Hijo del hombre lo será para esta generación. El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra los hombres de esta generación y los condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón y aquí hay Alguien que es más que Salomón. El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás y aquí hay Alguien que es más que Jonás”.

 

Meditación de Bernardita Marín Paul

 

“Esta es una generación malvada. Pide un signo y no le será dado…”

 

Creo que el Señor me quiere decir: ¿Cuándo comenzarás a mirar con sabiduría? ¿Con mis ojos? ¿Qué signos tengo que mandarte? ¡Generación malvada! Mandé a mi hijo y no fue suficiente.  Él es el mismo Dios, el que está contigo y al que no ves. Tienes un corazón duro y egoísta; solo te miras a ti misma y a tus necesidades, y no ves la profunda huella que he tratado de marcar en ti.  Me buscas en lo extraordinario y Yo estoy en lo ordinario con una infinitud de regalos, esperándote.”

 

Formo parte de una generación malvada, testaruda y a la que, por más que el Señor le  muestre el camino, no quiere ver.  ¡Solo me veo a mí misma! ¡Qué vergüenza! ¡Vivir solo para buscar mi bienestar, el yo estar bien y no ver la necesidad de tantos otros! Todo lo que Tú me das, Señor, es para que trascienda a otros.  ¿Dónde está mi participación de la sabiduría divina, de la cual formo parte? Pienso en Ti, Señor, que lo diste todo; y veo que yo no soy capaz de mirar la sencillez de tu querer, distinguir tu voz, tu aliento. Me pregunto: ¿cuándo lo haré?

 

Señor, mi Dios, me siento incómoda, sé que tienes toda la razón de llamarnos malvados. Te tenemos en frente y seguimos como si no estuvieras. Cuánto pecado de soberbia, buscando todo un acontecer que me beneficie. No quiero que ese sea mi motor. ¡Perdón Señor!  Quiero transitar llena de vida, vida plena porque te reconozco y estoy a tu servicio. Ayúdame a ser humilde, buena y a saber reconocer tu voluntad por sobre la mía. Que así sea. AMÉN