Stos. Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael
Evangelio según San Marcos 9, 38-43. 45. 47-48
Domingo vigesimosexto del tiempo ordinario
Juan le dijo a Jesús: “Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre, y tratamos de impedírselo porque no es de los nuestros”. Pero Jesús les dijo: “No se lo impidan, porque nadie puede hacer un milagro en mi Nombre y luego hablar mal de mí. Y el que no está contra nosotros, está con nosotros. Les aseguro que no quedará sin recompensa el que les dé de beber un vaso de agua por el hecho de que ustedes pertenecen a Cristo. Si alguien llegara a escandalizar a uno de estos pequeños que tienen fe, sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo arrojaran al mar. Si tu mano es para ti ocasión de pecado, córtala, porque más te vale entrar en la Vida manco, que ir con tus dos manos a la Gehena, al fuego inextinguible. Y si tu pie es para ti ocasión de pecado, córtalo, porque más te vale entrar lisiado en la Vida, que ser arrojado con tus dos pies a la Gehena. Y si tu ojo es para ti ocasión de pecado, arráncalo, porque más te vale entrar con un solo ojo en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos a la Gehena, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.
Meditación de Juan Francisco Bravo Collado
“… porque nadie puede hacer un milagro en mi Nombre y luego hablar mal de mí”
Siento que Jesús me dice: “No se lo impidan. No se conviertan en fariseos de qué es lo que está bien y lo que está mal. Por el contrario, en vez de mirar cada particularidad dogmática de sus hermanos, confíen en que aquel que invoque mi nombre, eventualmente va a desarrollar una relación personal conmigo. Encomiéndalo especialmente a mi madre. Y descubran una vez más que su camino de fe no es una competencia entre distintas versiones del catecismo, sino que una relación personal conmigo.
Me sorprende este texto. Para mí ha sido particularmente difícil durante los últimos años de mi vida encontrar riqueza espiritual fuera de los confines de la ortodoxia católica. No me ha resultado fácil porque he encontrado una riqueza inconmensurable en la tradición. No solo por abanderarme con algo porfiadamente. Por experiencia sé cuán productivo es afirmarse a la tabla segura de la santa doctrina. Pero si, al mismo tiempo, yo mismo le he pedido a Jesús que muestre su rostro, y Él ha decidido mostrármelo en tradiciones distintas; a mí solo me queda mirarlo con sencillez.
Señor Jesús, amigo y maestro, muéstrame tu rostro. Muéstrame tu rostro Señor. No lo apartes de tu servidor. Déjame conocerte. Muéstrate en mi vida de formas sutiles y concretas. Déjame configurarme en Ti. Déjame aprender de Ti en todas las dimensiones en las que me sea posible. Quiero aprender de Ti desde lo más profundo de mi corazón. Quiero experimentarte en mi vida cotidiana. Quiero relacionarme contigo en todas las relaciones y todos los vínculos que contraigo. Muéstrame tu rostro, Señor. AMÉN