La corona de la Mater Ter Admirabilis

Con la Iglesia, Schoenstatt proclama a María como Reina. Lo es por su ser: ella es la «plena de gracias», la obra maestra de Dios. Es reina porque se hizo una sola ofrenda con Cristo al pie de la cruz y ahora reina junto a Cristo resucitado en el cielo.

P. Rafael Fernández

Con la Iglesia, Schoenstatt proclama a María como Reina. Lo es por su ser: ella es la «plena de gracias», la obra maestra de Dios. Es reina porque se hizo una sola ofrenda con Cristo al pie de la cruz y ahora reina junto a Cristo resucitado en el cielo. Es reina, por último, porque nosotros, que nos confesamos hijos y vasallos suyos, la proclamamos como tal. Al entregar una corona a María, la Familia de Schoenstatt quiere reconocer la realeza de María y su poder de gobierno, es decir, que ella, en dependencia del Señor y en íntima unión con Él, puede intervenir en nuestra vida, en la vida de la Iglesia y en el acontecer del mundo. Toda corona a María es expresión de gratitud, de desvalimiento y disponibilidad, de entrega total a su poder de reina y recuerdo perenne de todo cuanto ha obrado nuestra Madre y Reina de Schoenstatt. Schoenstatt se enorgullece de ser un reino de María y nunca quiere dejar de serlo.

Historia
Sobre el cuadro de la MTA se encuentra la corona con cual se coronó por primera vez y en forma oficial a la Madre tres veces Admirable en el santuario original. Esta corona es la expresión y signo visible de la corriente de coronación a María que se despertó en la Familia de Schoenstatt en el año 1939, en la época del gran auge del nacionalsocialismo.

El 20 de mayo de 1939, las tropas escogidas de Hitler se establecieron en Schoenstatt y convirtieron el Seminario Menor de los Padres Palotinos en escuela de jefes nacionalsocialistas. Ciento treinta y tres miembros de la juventud de Hitler ocuparon el Seminario. En esos difíciles años, en que la dictadura nazi pretendía robar la corona a Cristo Rey y a María Reina, el P. Kentenich escribió: «…rescatar de las ruinas significa para nosotros, en el tiempo actual, coronar a la Madre de Dios». «Cuando María sea reconocida como la Reina del mundo entero, agrega el P. Kentenich, entonces surgirá la vida, una vida nueva y original en el cadáver de Europa, en el mundo entero, en el arruinado y trastocado orden social». Así se originó la primera coronación oficial y solemne realizada por toda la Familia de Schoenstatt.

Como expresión de gratitud, de desvalimiento y disponibilidad, la corona fue regalada por el Instituto Secular de las Hermanas de María el 18 de octubre de 1939, en la celebración de los 25 años de la fundación del Movimiento de Schoenstatt, oportunidad en que el P. Kentenich se refirió a la coronación diciendo: «como recuerdo perenne de todo cuanto ha obrado nuestra Madre y Reina de Schoenstatt, en nombre de toda la Familia, nuestras Hermanas de María obsequian una corona a la Madre tres veces Admirable de Schoenstatt, el 18 de octubre de 1939».

La coronación como tal tuvo lugar el 10 de diciembre de 1939. En esa oportunidad se cantó por primera vez el «Himno de la Familia», cuyo texto recoge el ambiente espiritual de esa época de lucha heroica.

La corona que se regaló a María, tiene cinco puntas, entre las cuales surgen flores, que ya aluden a lo que más tarde se concretará en el Jardín de María (visión de Schoenstatt y la Iglesia como un jardín que la Virgen hace florecer para Cristo). Una piedra adorna el centro de la corona y ella representa a María. Las otras piedras representan las «pequeñas María», es decir, a aquellos que sellan una alianza de amor con nuestra Madre y Reina de Schoenstatt.

En los santuarios filiales suele haber una réplica de la corona del santuario original; pero también hay coronas que han surgido de las corrientes de vida propias de los diversos lugares.