San Irineo, obispo y mártir

Evangelio según San Mateo 8, 1-4

Viernes de la semana duodécima del tiempo ordinario

 

Al bajar Jesús del monte, lo siguió mucha gente. En esto, se le acercó un leproso, se arrodilló y le dijo: «Señor, si quieres, puedes limpiarme». Extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero, queda limpio». Y en seguida quedó limpio de la lepra. Jesús le dijo: «No se lo digas a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que mandó Moisés, para que les sirva de testimonio».

 

Meditación de Alejandra Castelblanco Moreira

 

“bajó de la montaña…”

 

Jesús parece decirnos: es bueno subir a la montaña. De arriba se ve todo desde otra perspectiva y se tiene una visión más objetiva de lo que ocurre alrededor. Arriba también se siente más cercana la compañía del Padre, es como querer estar más cerca del cielo y sentir que se puede escuchar con más claridad la voz del Padre. Ahora bien, hay que bajar de la montaña, abordar la realidad, y enfrentar la vida con eso que se recibió arriba en la montaña. Hoy los invito a subir la montaña, pero sobre todo a poder bajarla y vivir de una manera renovada.

 

Estoy a punto de subir a la montaña, en un par de días salgo a vacaciones y eso me permite mirar mi realidad con una perspectiva diferente. Mirar lo que se viene con ojos descansados, me ayuda a valorar lo que tengo y lo que soy para seguir creciendo en este camino espiritual de la mano de Jesús. También estoy a punto de vivir el matrimonio de uno de mis hijos y eso me eleva a la montaña con eterna gratitud por el buen hombre en que se ha convertido y el gran aporte a esta sociedad de una nueva familia al estilo de la familia de Nazaret.

 

Querido Señor: gracias por invitarnos a subir la montaña. Arriba se puede sentir tu presencia y tu voz.  Hablas claro y directo y nos reafirmas la misión que nos invitas a cumplir. Misión que no puede realizarse allá arriba sino acá abajo, con todas las dificultades y problemas del mundo. Tú sabes que se puede, porque eso nos pides, así que te pido confianza y perseverancia para que, al bajar, mantenga mi espíritu en lo alto y lograr lo que nos propones. María, ejemplo de vida aquí en la tierra, dame sabiduría y templanza.  AMÉN