Evangelio según San Marcos 10, 1-12

Viernes de la séptima semana del tiempo ordinario

 

Jesús fue a la región de Judea y al otro lado del Jordán. Se reunió nuevamente la multitud alrededor de él y, como de costumbre, les estuvo enseñando una vez más.
Se acercaron algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le plantearon esta cuestión: «¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer?». Él les respondió: «¿Qué es lo que Moisés les ha ordenado?». Ellos dijeron: «Moisés permitió redactar una declaración de divorcio y separarse de ella». Entonces Jesús les respondió: «Si Moisés les dio esta prescripción fue debido a la dureza del corazón de ustedes. Pero desde el principio de la creación, Dios los hizo varón y mujer. Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre, y los dos no serán sino una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido». Cuando regresaron a la casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre esto. Él les dijo: «El que se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra aquella.

Meditación de Alejandra Castelblanco Moreira

 

“…como de costumbre.”

 

Jesús parece decirnos: una costumbre es algo que se repite en el tiempo, algo que se hace frecuentemente y que se hace porque importa. Yo acostumbraba a enseñar, esa costumbre era la manera de transmitir el mensaje de mi Padre. Pues bien, Yo estoy con ustedes todos los días, y quiero que se les haga costumbre estar en sintonía conmigo. Cada día se aprende algo nuevo, vale la pena preguntarse cada noche: ¿qué aprendí hoy? ¿Cómo te encontraste conmigo hoy?

 

Uno tiene tantas costumbres: dormir de cierta forma, salir a caminar o hacer un deporte…tantas costumbres que de tanto hacerlas no se olvidan. Creo que hoy el llamado es a hacer de mi Horario Espiritual una costumbre. Algo que no pueda dejar de hacer, algo que me sirve para estar mejor. Lo otro que me queda es que esta costumbre que hacía Jesús era de enseñar y uno como aprendiz tendría que estar alerta a eso que voy aprendiendo para valorarlo y poder integrarlo mejor. Creo que es bueno preguntarse cada noche las preguntas que propone Jesús.

 

Querido Señor: qué linda costumbre tenías con los tuyos. Hoy quieres que sea también mi costumbre, aprender de Ti, estar en sintonía y cada día dar un paso más. Gracias por las herramientas que pones en camino y que me ayudan a hacerlo más concreto. Gracias por el horario espiritual que concretiza esa costumbre de ir aprendiendo día a día a mejorar y encontrarnos contigo en cada acontecimiento de la vida diaria. Señor, no abandones nunca la costumbre de enseñarme. AMÉN