Evangelio según Marcos 1, 14-20

Lunes de la primera semana del tiempo ordinario

 

Después que Juan Bautista fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo: “El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia”. Mientras iba por la orilla del mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que echaban las redes en el agua, porque eran pescadores. Jesús les dijo: “Síganme, y Yo los haré pescadores de hombres”. Inmediatamente, ellos dejaron sus redes y lo siguieron. Y avanzando un poco, vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban también en su barca arreglando las redes. En seguida los llamó, y ellos, dejando en la barca a su padre Zebedeo con los jornaleros, lo siguieron.

 

Meditación de Francisco Bravo Collado

 

“Vengan conmigo y los haré pescadores de hombres”

 

Es como si Jesús me dijera: “¿Se dan cuenta de la profundidad de este llamado? Mi llamado siempre es un llamado de humanidad. Los llamo a ser pescadores de hombres. Cuando piensen en sus trabajos, pregúntense cuánto se esfuerzan por acercarse a sus hermanos y servir; cómo se plantean frente a ellos; con cuánto celo valoran el que ellos sean hijos de Dios. Pongan las personas en el centro de tu vida.”

 

Me cuesta reconocer el punto de partida de este Evangelio: he pasado las últimas semanas preocupado de números. ¡Qué iluso he sido al pensar que, como schoenstattiano, siempre podría mantener vínculos robustos con los que están conmigo! Jesús me despierta de mi ilusión con este Evangelio: lo importante son los corazones. Y no solo de mi trabajo profesional, sino que de toda mi vida. Jesús me pide que lance mis redes, y no me contente con buscar las metas, sino que quiera recoger multitud de corazones.

 

Gracias, Señor, por tu Evangelio, que es un cable a tierra en la vida que vivimos. Perdón por olvidarme de lo central. Ayúdame a ser mejor en todo lo que hago, también en lo profesional. Pero que eso no me haga ciego a las personas: todo lo contrario. Regálanos a todos un trabajo donde podamos ser pescadores de hombres. Donde la principal meta sea construir un país y un mundo de personas plenas, sanas y generosas. AMÉN