En marzo de 1942, el sacerdote Jose Kentenich, fue enviado al campo de concentración de Dachau, donde su personalidad sobresalía de entre las personas masificadas que allí vivían.
Luego de incidentes en los que los nazis habían intentado atemorizarlo, al ver que no tenía miedo, y que por el contrario, irradiaba seguridad interior y dignidad, los prisioneros lo respetaron desde un comienzo, y comunistas comenzaron a llamarlo “papá”. En un ambiente donde los instintos animales dominaban las relaciones, descubrieron en su personalidad un pequeño oasis que daba esperanzas de que todo no terminaba en ese infierno, que todavía valía la pena cultivar valores.
El P. Kentenich se dedicó en Dachau a asistir a sus compañeros de prisión, a dar charlas y hasta retiros en las diversas barracas, corriendo constantemente riesgo de ser descubierto y torturado o asesinado. De su pobre ración de comida, solía compartir con un hambriento, para ser solidario, pero también para fortalecer su personalidad. Sentía que podrían quitarle la libertad física, pero jamás su dignidad y libertad interior.
Escribió varios libros, que salían del campo en forma oculta en hojas sueltas y son hoy una joya de ascética, espiritualidad, pedagogía y teología. Dentro de esa literatura, escribió oraciones, poemas profundos sobre la alegría de vivir en la victoriosidad de los hijos de Dios, de sus vivencias con María, etc. Difícil es imaginarse que un hombre pueda trascender tanta miseria y ser para otros una profunda esperanza, un pequeño terruño del cielo.
Sin duda el equilibrio, la Humildad, constancia, creatividad y un gran sentido de comunidad entre otras actitudes estuvieron presentes en el medio de tanta adversidad en el mencionado sacerdote.
Cuando uno dispone de un porque (para vivir) encuentra un cómo, (Víctor Frankl) es capaz de cualquier como. Este es un ejemplo claro, lo que muchas veces hoy se nombra como capacidad de resiliencia o en neurociencias conocida como creatividad que surge en plena crisis o frente a situaciones límites.
En este sentido, por ejemplo, es que también podemos pensar que hemos podido transitar esta época de pandemia, confinamiento o de retirada, acudiendo a nuevos recursos tanto en el plano laboral, como en lo personal y emocional. Por ejemplo; al extremar los cuidados y organizar los tiempos para no saturar el ánimo.
Posiblemente también, estamos aprendiendo a enfocar con una mirada o disposición sustancialmente diferente de la que acostumbramos adoptar debido a condicionamientos cultural-educativo.
Probablemente vamos camino hacia una madurez cognitiva, el saber o sabiduría existencial, que comporta un movimiento en la psique o interioridad que solemos nombrar como «darse cuenta» o «caer en la cuenta», un «apercibirse de».
Es así, que, en este sentido, se entiende la creatividad, como la producción de algo nuevo y útil, es una de las habilidades más necesarias para la vida actual.
No se trata únicamente de crear sino también de resolver problemas y para ello hay que encontrar nuevas maneras de hacer las cosas.
“La creatividad requiere tanto de la libertad como del control de nuestro pensamiento”.
Por Dra. Mariela Ramos